viernes, 18 de marzo de 2011

La Passio según Salvador Sánchez

Santa Mª de la Alhambra Coronada en la Catedral (IDEAL)

11 de abril, Sábado Santo en Granada. Para un hermano alhambreño como yo, el Sábado Santo siempre es un día de emociones y sabores especiales, nuestro día grande de salida, pero el de aquel año 2009 no sería uno más. Un año con regusto cofrade a épocas de antaño, de Jueves Santo con Santa María de la Alhambra en las calles bajando a Granada por el Realejo, de Perdón y de Misericordia en sus hechuras originales, todo hacía indicar que algo muy grande estaba a punto de acontecer en nuestra ciudad, algo que tan sólo el paso de los años permitirá vislumbrar la magnitud real que tuvo, sin duda me refiero a la conmemoración centenaria del primer desfile antológico. La Passio Granatensis tocaba a las puertas de Granada.

Ya desde por la mañana temprano se palpaba en el ambiente que era uno de esos días grande para la ciudad de la Alhambra. En mi retina quedará para siempre grabada la imagen de todos los paos dentro del templo metropolitano, por unas horas la Catedral se había convertido en el mayor y mejor museo cofrade del mundo. En su interior se albergaban 22 pasos -más uno- ya que Dios quiso que un palio granadino allí estuviera también presente, siendo testigo entre varales de lo acontecido, y eligió a la Madonna Santísima del Mayor Dolor, para que aunque sólo por uno instantes, acompañara a su Hijo en cada una de sus advocaciones. Intentando aliviar por un momento, si así pudiera, su sufrimiento de amor por nosotros.

Desde primeras horas de la tarde, granadinos y foráneos abarrotaban el centro de la ciudad. Una tarde que se presentaba con un cielo gris amenazando lluvia, pero en mi interior algo me decía que todo saldría bien, tanto esfuerzo e ilusión no se podrían ver truncados por una tarde de agua. Ya en el interior de la Catedral, mientras me disponía a ponerme el traje de pertiguero para guiar con mis ciriales el paso de Santa María de la Alhambra Coronada en aquella tarde histórica, me detuve a observar el colorido de las naves catedralicias, repletas de nazarenos de todas las tonalidades que se iban incorporando al cortejo. Ese día todos pertenecíamos a la misma Hermandad y todos nos regíamos por una única norma: Amarás a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a ti mismo.

16:30 horas, plaza de las Pasiegas, Jesús a lomos de un borrico pide venia a Granada, y ésta le responde que sí, la Passio Granatensis daba comienzo. Uno a uno los pasos fueron saliendo majetuosamente por el dintel de la puerta de la Encarnación, Granada entera se había convertido en evangelio vivo de la pasión del Señor. Cada levantá era una catequesis pública del amos infinito que Jesús nos estaba profesando, y Granada lo sabía, y por unas horas ella entera se hizo esquina para ver su revirá y cada calle e hizo estrecha para verte caminar.

Porque sólo Tú Señor, tuviste Humildad en tu Soledad de Oración en el huerto de Getsemaní, Misericordia y Perdón para aquellos que gritaban en tu Sentencia "¡Crucifícale, crucifícale!" Porque ya en tu última Cena anunciaste que serías Cautivo para redimir los pecados del mundo, y el agua de tu costado atravesado por la lanza de Longinos sería fuente para la vida eterna y la salvación del hombre.

Camino del Gólgota tuviste Paciencia en tu largo Vía Crucis de Amargura, y a la Tercera Caída, cuando ya casi no te quedaban fuerzas, Trabajo para seguir adelante. Y ya en la Meditación de la cruz, Despojado de tu rango de Rey, no pediste Rescate alguno porque así estaba escrito, que el Hijo de Hombre sería entregado por nosotros.

Expiración... y Silencio en Granada ante el último aliento del Redentor. Ya sólo quedabas Tú Madre, Reina y Señora de la Alhambra, para que después de descendido y antes de que se lo llevaran al Sepulcro, cogerlo entre sus brazos y pasear tus Angustias por Granada. Porque aún cuando veo tu mano entrelazada con la de tu Hijo me pregunto: ¿Eres Tú, Madre, la que la sostiene? O es Él quien aún sin vida te sostiene a ti... Y ya con la oscuridad de recogía, la Alhambra abriría sus puertas para recibirte y decirte que te añoraba desde que te fuiste en Jueves Santo, que qué larga la espera para darte morada un año más entre sus jardines, muros y palacios. Pudiendo recordar así para siempre, la grandeza de ese Sábado Santo.

Salvador Sánchez, hermano de la Alhambra

1 comentario:

Manuel Montes dijo...

Sin duda, el mejor relato de tantos como se han publicado.